Seguimos con una segunda entrada
sobre nuestro querido capítulo astartes fanmade. En la entrada anterior os
hablaba del trasfondo en general de los Martillos de Wikia, sin entrar en
detalles. Pero hay un punto en el trasfondo de este capítulo tan nuestro que
marca un antes y un después: El Cisma de Wikia.
El Cisma en principio no estaba
planeado en nuestro trasfondo. Pero siempre quisimos que este reflejase de
algún modo los sucesos reales que habían tenido lugar en Wikihammer. Y tampoco
nos gustaba la idea de que nuestro capítulo fanmade fuese el “capítulo 10”, en
el que todos se llevan de mil amores, siempre ganan y nunca ha habido
problemas. Porque el Cisma de Wikia fue un problema. Y muy gordo.
El Cisma de Wikia refleja en el
trasfondo de los Martillos de Wikia lo sucedido en Wikihammer antes de 2011:
Desunión, indolencia, falta de iniciativa. Un relato sobre el pasado. Pero hay
algo que nunca se había revelado hasta hoy: También es una advertencia para el
futuro. Cuando las líneas generales del trasfondo del Cisma se redactaron, se
hizo también en parte ideándolo como “historia con moraleja”, como ejemplo de
lo que podía pasar si se pierden los valores fundamentales de una iniciativa
que trabaja como equipo.
¿Quieres descubrir los peores
momentos de los Martillos de Wikia? Te los contamos:
Año 596.M41. Crissos “El Viejo”,
tercer Señor del Capítulo de los Martillos de Wikia, hace honor a su apodo.
Tras casi seis siglos dirigiendo al capítulo, quien fuese un valeroso y
ejemplar astartes yace apoltronado en un trono, mesándose una larga y blanca
barba. Los astartes disfrutan de una vida larga, pero suelen tener el
privilegio de caer en honorable combate. Crissos no. Primero, porque el
Emperador le protegió. Después, porque les dejó las batallas a sus capitanes
mientras él permanecía en El Sello, la fortaleza estelar del capítulo.
Donde antes todo él era brío,
ahora solo hay demasiados recuerdos. Donde había iniciativa, ahora solo queda
hastío. No es su culpa: El Emperador no hizo a sus hijos para vivir tanto
tiempo. La indolencia se ha apoderado de él tras tantos siglos al mando, pues
cada combate y cada operación parecen a sus ojos la misma que la anterior.
Ni siquiera los más veteranos
recuerdan claramente un momento en el que Crissos no fuese el Señor del
Capítulo de los Martillos. Un Señor del Capítulo marca el ritmo al resto, y el
de Crissos se enlentece desde hace muchas décadas. Pero para todos, con Crissos
las cosas han sido siempre así y lo seguirán siendo. Y cuando no lo sean, ahí
estará Heford para sustituirle: El fiel y ejemplar Paladín del Martillo que
todos ven como sucesor de “El Viejo”.
Pero Crissos no es ciego. Un día
probó sus fuerzas la jaula de entrenamiento y descubrió una terrible verdad: A
fuerza de siglos, su fisonomía astartes está comenzando a fallar. Dentro de
poco apenas será digno de considerarse un guerrero. ¿Qué hará entonces?
¿Marchitarse en la fortaleza estelar durante más siglos, mientras el capítulo
se marchita con él? No, de ninguna manera.
Así que Crissos planeó que
sucediera lo que tenía que haber sucedido hace mucho tiempo: su muerte en
combate. En unos días se iniciaría el despliegue para el siguiente movimiento
contra los xenos recién denominados como Tau, y, para sorpresa de todos,
Crissos se puso a la cabeza. Armado de pies a cabeza, anunció a puerta cerrada
sus intenciones a su Guardia de Honor, entre la que estaba el propio Heford.
Las instrucciones fueron claras: En un determinado momento, él se adelantaría y
caería sobre la línea de fuego xeno. Se llevaría a muchos por delante, pero
tendría asegurada una muerte honorable. Por eso mismo, bajo ningún concepto
deseaba que los veteranos miembros de su Guardia de Honor le siguieran a tal
destino que él había elegido sólo para sí. Ellos debían quedarse atrás, y
Heford le sucedería al mando del capítulo desde ese momento.
Sin embargo, la protesta fue
unánime e inamovible: La Guardia de Honor incumpliría su sagrado juramento si
su señor moría sin ellos. La vergüenza de hacer lo que se les pedía mancharía
su corazón para siempre, y preferían morir antes que hacerlo. Crissos se
planteó retractarse de su plan por respeto a esos hombres, pero no hizo falta:
Para un miembro de la Guardia de Honor no hay mayor privilegio que morir al
lado de aquel a quien guardan, luchando codo con codo. Su señor era Crissos, y
así se lo hicieron saber. Incluso Heford, el sucesor que ya no lo sería.
Dos días después, todo se había
cumplido. Cuando la batalla acabó y los xenos se retiraron, los Martillos
acudieron rápidamente al punto de la última y confusa comunicación de Crissos y
su Guardia. Y allí estaban todos, muertos. Destrozados por las armas Tau. Solo
había un superviviente: Heford, en animación suspendida. O lo que quedaba de
él.
Purificadora, el mandoble de
energía personal de Crissos, fue entregado por este a un tecnomarine justo
antes de su partida; encomendándole crípticamente que solo le fuese entregada
“a quien le siguiera”. Fue por estos hechos que el capítulo comprendió lo que
realmente había sucedido.
Tal y como marcaba la tradición,
se inició en ese momento el proceso para elegir al siguiente Señor del
Capítulo. Ningún Martillo de Wikia vivo había presenciado la reunión de la que
surgió Crissos como Señor del Capítulo, así que el Señor de Santidad Raum
desempolvó las crónicas para seguir los procedimientos adecuados.
Sería sencillo: Se trataba de una
de las poquísimas ocasiones en la que se solicitaba expresamente a todas las
compañías acudir al Sello. La ocasión marcaba el fin de una era y el inicio de
otra, y era la mejor oportunidad en siglos para que todos los Martillos se
vieran juntos en su hogar. Los hermanos de batalla confraternizarían y los
capitanes y altos cargos se reunirían. En una semana, dos a lo mucho, tendrían
un elegido. Heford había sido el gran favorito a suceder a Crissos, pero no
había otro remedio que internarle en un dreadnought. Con la muerte de Crissos
los Martillos de Wikia habían perdido, de alguna manera, dos Señores del
Capítulo.
Representación de El Sello |
Los primeros días había una
intención seria de llegar a algún acuerdo... pero el ambiente estaba demasiado
envenenado. Demasiados trapos sucios, demasiado descontento, demasiada envidia.
Y capitanes que no venían, precisamente, con la actitud adecuada. Pasó el plazo
lógico de las tres primeras semanas y quienes esperaban el resultado de las
reuniones desde el exterior comenzaron a inquietarse. Y Raum no tenía,
precisamente, motivos para tranquilizarles: Las conversaciones habían pasado de
intentar dilucidar quién era el Señor del Capítulo que los Martillos
necesitaban a un intercambio de gritos sobre quién tenía la culpa de qué.
Pasaron las semanas y, sin
embargo, el procedimiento impedía que dejasen de reunirse hasta que no hubiera
Señor del Capítulo. Nadie podía irse y, de todas maneras, tampoco podían operar
como Capítulo sin un guía. La tensión y el odio se sentían ya incluso en los
pasillos. De compañía a compañía.
Tras semanas de más reuniones de
puro trámite, la situación estalló cuando la 2ª Compañía de Aulo Plautio se fugó del Sello con las reliquias más valiosas del Capítulo, con la colaboración
de los tecnomarines del Arsenal. Aulo pretendía evitar el desastre de los
Martillos, y sabía que antes o después algún capitán intentaría imponerse a los
demás por la fuerza. Quien poseyese las reliquias tendría el poder y la
autoridad moral necesarios para hacerlo, pero sin ellas los capitanes quedarían
igualados y probablemente se centrarían en perseguirle a él y en seguir
discutiendo sin más entre sí.
Y así fue. Pero no consiguieron
alcanzarle. Finalmente, frustrados, los capitanes acordaron de malas formas ir
cada cuál por su lado, con sus respectivas compañías, y convertir El Sello en
una “zona franca” para aprovisionarse; que sería gestionada por el Librarium,
el Apothecarion y el Arsenal.
Solo la Purificadora quedó en el
Sello, encerrada en un campo de fuerza por el Arsenal antes del inicio de las reuniones.
El campo fue introducido en una estatua de Crissos el Viejo, y allí quedó, en
la sala en la que se habían reunido infructuosamente los capitanes, esperando
tiempos mejores.
Más de doscientos años pasaron,
en los que cada Compañía y cada capitán luchó, vivió,
murió o incluso se corrompió por separado. Los Martillos de Wikia habían
degenerado en una banda de compañías astartes separadas que desconfiaban entre
sí.
Pero, incluso en el oscuro mundo
de Warhammer 40k, siempre hay tiempo para la esperanza. Para lo inesperado.
Para que suceda lo improbable.
Y eso es otra historia que tendré
el gusto de narrarte en Espadas y Dados próximamente.
¿Intrigado? ¡Gracias por leernos
y hasta la próxima!
oooooooh, yo quiero lo que sigue. Donde consigue la Raw,:-D bueno, a esperar a ver que onda el próximo episodio.
ResponderEliminarTiempo, ya tocará...
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