El retumbar de la thunderhawk llenaba el habitáculo dónde
los cuatro astartes estaban sujetos por los anclajes de los asientos, mientras
la nave daba tumbos entre las turbulencias debido a la atmósfera caótica y
hostil del planeta en el que estaban incursionando. La mirada del hermanos
Tarsus era puro acero indescifrable salvo para un puñado selecto de hermanos de
su capítulo, portando las insignias de su rango dentro del capitulo especial
que formaban parte.
A su lado, un rabioso e inquieto lobo espacial, no hacía
mucho que había ingresado y no estaba muy conforme, aunque cumplía con
excepcional pulcritud sus tareas asignadas. Por otro lado estaba el hermano
Heredio, con su semblante adusto, su actitud altiva y cuadriculada, un claro
ejemplo de los ultramarines, al lado de este estaba el hermano Karandu, del
mechanicus, con sus salmos y parafernalia ritualistica. Y finalmente, estaba
él, de las filas de los puños imperiales.
Era un grupo muy dispar pero eficiente y de eso se trataba,
aún recordaba perfectamente la escena con el inquisidor y su superior en la
guardia de la muerte. La misión altamente peligrosa, urgente y necesaria.
Aunque todo era realmente necesario para garantizar la paz y seguridad del
imperio...
Un brusco bote de la nave le hizo salir de sus pensamientos,
mientras el hermano Karandu miraba su incensario en el suelo, consternado
mientras murmuraba lúgubres palabras. LA comunicación con el piloto fue clara,
la tormenta había dañado un ala y unas baterias antiaereas estaban ayudando al
proceso de ir a estrellarse.
Con absoluta calma el hermano tarsus ordeno a los pilotos
buscar una zona de salto, mientras su escuadra se preparaba inmediatamente. Un
proyectil sin detonar agujereo el espacio desde el casco pasando por donde
estaban hacia el otro lado, llenandose el sitio con un vendaval ensordecedor.
Gracias a sus visores no perdieron visibilidad, bastante importante en esos
momentos.
-Hermanos, preparaos, la gloria del emperador nos espera.
El resto se unió con una mezcla de gestos, gruñidos y
diversas palabras, colocandose en posición, la nave zozobraba azotada por las inclemencias
y el intenso fuego que estaba recibiendo, del que apenas podía ver y por tanto,
esquivar, repeler o ya ni digamos devolver.
La pericia de los pilotos era notable, consiguiendo
estabilizarse al lado de un saliente, al que saltaron de inmediato los cuatro
de la escuadra de la guardia de la muerte, revisando su equipo y estableciendo
un orden de entrada hacía su objetivo, algo lejos aún. Al amparo de los
estruendos, el fulgor de las baterias antiaéreas, la tormenta, se adentraron en
la oscuridad de las profundidades...
Los enormes conductos, cruzados por un millar de otros
menores pero todos más grandes que ellos, llenos de inmundicia y vapores
nocivos, señalaba claramente quien dominaba en aquél lugar. Orkos..., algo que
despertaba en todos no precisamente halagueños sentimientos, pero hasta el
visceral lobo espacial se controlaba por el bien de su tarea. Observando con
calma, esperaban a que pasara una patrulla o que terminara de pelearse o
aprovechando eso mismo para cruzar a otro lado. Todo como sombras, fugaces y
furtivas, adentrándose en el corazón de sus hordas.
-¿No podemos crujir algunos cuellos? -comentó el hermano
Helgar, el lobo espacial.
-No, alertaría a nuestros enemigos -respondió Heredio
Un gruñido de protesta tras la señal de Tarsus fue
suficiente para acallar lo que prometía ser una larga e intensa disputa a
ninguna parte. Continuando su avance esta vez lleno de una tensión adicional,
una que no quería precisamente. Pero que tendría que tener en cuenta y lidiar
cuando fuera oportuno.
El tono de las estructuras iba pasando de una tosquedad
brutal a una más refinada y desgastada, a medida que se internaban en las
profundidades y en los restos de unas ruinas de otra civilización usurpada, ahí
el hermano del mechanicus se adelantó, evaluando con sus salmos y el
inciensario, con un ronco zumbido de sus servomotores y el respirador
artificial, señalando diversas trampas antiguas, la mayoría desconectadas pero
otras aún conservaban energía.
Tras nuevos corredores, más estrechos y organizados, dieron
paso a una vasta sala abovedada con columnas imposibles, toda una arquitectura
milenaria y alienigena, una que conocían bien, aquello tenía la mano de los
eldar. Y precisamente una figura eldar los observaba en las sombras, vigilando
sus pasos. Tampoco se demoraron mucho en ese lugar, lo que posiblemente les
había salvado la vida.
Siguieron su camino, ahora mucho más rápido ya que no tenían
interferencias, más allá de comprobar la ruta, entonces el hermano mechanicus
asintió, estaban en el sitio. Por lo que este empezó con sus servos mecánicos
auxiliares y su brazo articulado, a abrir un camino mientras el resto tomaba
posiciones defensivas.
-Una vez el hermano abra el pasaje, lanzamos las cargas de
pantalla, las fragmentadoras y entonces sales tú hermano Heredio para abrir una
cortina de fuego, mientras tú hermano Helgar y yo lanzamos la carga contra el
objetivo. Y ya pasamos a la ruta de escape.
El resto asintió como mucho, ya habían repasado el plan
decenas de veces, nada podía salir mal, al menos es lo que decía el hermano
Heredio códex en mano. El tiempo pasaba agónicamente, tenso en la espera,
cuando faltaba poco el hermano del mechanicus dio el aviso y todos se tensaron,
cuando las últimas porciones de terreno cayeron, lanzaron de inmediato varias
capsulas de humo y cegadoras seguidas de otras fragmentadoras mientras Heredio
subía a toda prisa, empezando a disparar ráfagas de bolter pesado a su
alrededor.
Es entonces cuando Helgar con un aullido de desafio y Tarsus
subieron a continuación, quedándose el hermano del mechanicus para proteger la
vía de escape y abierta. Lo que se encontraron al subir entre los cascotes,
inmundicia y cuerpos abiertos entre sangre y visceras fue una sorpresa, pues
los Orkos ya estaban luchando contra otro enemigo que aparecía y desaparecía,
fugaz, lanzando ataques relámpago antes de desvanecerse, eldars...
El gran lider orko dirigía la lucha, con gran frustración,
ajeno a la nueva amenaza, hasta que sus guardaespaldas empezaron a ser
troceados sin piedad. Girandose y viendo a los marines, lanzó un grito de
guerra con estruendo y se lanzó a la carga, apartando de un empellón al lobo
espacial arrojandolo a una masa de orkos cercana en la que desapareció
engullido por estos. El hermano heredio dirigio sus rafagas de bolter pesado
hacía la enorme figura, que se protegió con su garra, siendo destrozada
lentamente, cuando algo le sobresaltó, ya que un chorro de sangre y visceras,
fluidos varios y trozos mecánicos surgió a chorro del hueco por el que habían
entrado, aunque no había dejado de disparar, ese breve lapso de tiempo fue
suficiente para ver cómo la colosal figura del lider orko se estampaba con
fuerza contra él, atravesando las capas de ceramita como si fuera mantequilla y
empezando a despedazarlo.
El hermano Tarsus pudo librarse por fin de los
guardaespaldas que restaban y se lanzó con su puño de energía y su pistola
combibolter hacía el pesado coloso orko, con un rugido triunfal, de entre la
masa pielverde salió embadurnado en sangre enemiga el lobo espacial, con media
armadura destrozada, uniéndose al combate, coordinandose mientras evitaban los
feroces golpes del lider orko.
La lucha era titánica y el enemigo feroz, no pocas veces se
libraron de la muerte por poco, pero cuando parecía que no iban a derrotarle a
tiempo, un impacto lejano le desequilibró lo justo para que Helgar le cercenara
un brazo y Tarsus pudiera colar una rafaga entera en el craneo de la gran
bestia pielverde, acabando con su vida.
Observando a su alrededor vieron que una nueva fuerza había
entrado en escena, estilizadas y ágiles armaduras de asalto, junto a tanques
gravíticos, con una alta potencia de fuego, los Tau habían hecho acto de
presencia. Era momento de irse, enviarían a sus negociadores cuando estuvieran
debilitados por la limpieza de la horda pielverde, con sus refuerzos en camino.
Ahora restaba irse sin que se percataran de su presencia...
Mientas tanto, en una zona elevada, en la penumbra, dos
figuras, una con un rifle de alta potencia humeante y otra con un libro de
anotaciones, observaban todo. Sus armaduras oscuras con bordes dorados y
hombreras rojas.
-¿Has tomado nota de todo, Hermano?
-Por supuesto, buen tiro, Hermano, ¿es el nuevo prototipo?
-En efecto, ¿me pasas ahora mi sombrero?
El otro asintió acercándole su sombrero de ala ancha, que
extrañamente llevaba pero no iba a cuestionar al líder de exploradores. Era
hora de irse, ya habían hecho su trabajo, probado teorías y armamento y
recuperado valiosa información, aparte de haber ayudado a la guardia de la
muerte, una vez más, sin que lo supieran.
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