Así pues, ¿por qué Guilliman omitió cualquier tipo de fuente con la que conformase el Codex Astartes? ¿De verdad fue él su creador, o un mero reformador de trabajos previos?
Voy a contaros una historia que ocurrió en el M1, en Terra, la cual estoy seguro que os sonará y de los paralelismos con los hechos que dieron origen al Codex Astartes. Y acabada mi historia, estoy seguro que podréis decir eso de: “Nada surge de la nada, y menos de Roboute Guilliman”.
Dos imperios en crisis: Romanos y Humanos.
Es el 20 de noviembre del 284.M1, y Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto (Diocleciano) ha sido aclamado emperador de Roma por el ejército y luego consolidado tras acabar con su rival, Carino, el último de los hijos del anterior emperador Caro, en la Batalla del Margus. Pero ¿con qué clase de Imperio Romano se enfrenta Diocleciano?Con su llegada, el Imperio puso fin a la Crisis del Siglo III o Anarquía Militar, un período de cincuenta años de duración de profunda crisis a todos los niveles, durante el cual el Imperio se vio asediado por enemigos externos (vándalos, alamanes y godos) y una fuerte crisis política, económica y social en el interior, protagonizada en su mayor parte por el ejército y el poder que había ido logrando desde tiempos del emperador Adriano. Tanto en Italia como en las provincias irían surgiendo poderes efímeros sin fundamento legal (Imperio Galo e Imperio de Palmira), mientras que la vida económica se verá marcada por la incertidumbre de la producción, la dificultad de los transportes, la ruina de la moneda, etc.
Ahora nos trasladamos al 015.M31, y el Imperio de la Humanidad está en ruinas. La Herejía de Horus ha hecho arder la galaxia, provocándole unos daños a todos los niveles que jamás podrían repararse y dejando a un Emperador malherido, postrado en el Trono Dorado aunque muerto a todos los efectos. Las razas xenos de la galaxia (Orkos y Eldars), que habían sido postradas por la apisonadora que habían sido las Dieciocho Legiones, tuvieron tiempo para recuperarse y convertirse en una espina clavada en la espalda del Imperio. De los Primarcas leales a este Emperador (los comandantes de sus Legiones) que han sobrevivido a la guerra nos encontramos a Roboute Guilliman. Guilliman no participó en la batalla decisiva, la Batalla de Terra, pues quedó atrapado en su Reino de Ultramar por las maquinaciones del enemigo. Dando por muerto al Emperador y al Imperio ¿qué hizo el Guilliman atrapado y cuya Legión estaba maltrecha por la traición? Empezó a construir y defender su propio Imperio: Imperium Secundus.
Este plan de contingencia se vio apoyado cuando tanto los Ángeles Sangrientos de Sanguinius) como los Ángeles Oscuros de Lion El'Jonson alcanzaron sus fronteras por distintos azares del destino, atravesando casi milagrosamente la Tormenta de Ruina levantada por los Traidores. El caso es que este Imperium Secundus, con Sanguinius y no Guilliman aclamado como Emperador, tuvo una duración efímera, pues en cuanto llegaron noticias de que Terra seguía en pie el plan de contingencia fue disuelto y las Legiones corrieron hacia Terra, pero Guilliman y los Ultramarines llegaron tarde, demasiado tarde. En cuanto la situación en Terra lo permitió, Guilliman sería nombrado Lord Comandante del Imperio. En realidad Guilliman era la única opción para el puesto, habida cuenta que otros comandantes no podían asumir tal cargo. Rogal Dorn estaba roto por el dolor de perder a su padre, Sanguinius y Ferrus Manus habían muerto, Vulkan desaparecido o muerto y ni Corax ni Jaghatai ni Lion ni Leman Russ poseían las dotes organizativas de Guilliman. Fue en este momento de contraofensiva y reconstrucción, cuando el Imperio hizo retroceder a los traidores hacia el Ojo del Terror, cuando Roboute codificó e impuso su Codex Astartes.
En resumen: tenemos dos imperios destrozados por luchas intestinas entre sus Legiones, los cuales incluso han formado mini-imperios efímeros, con sendos Emperadores muertos y con dos líderes que son proclamados Emperador y Lord Comandante (Emperador a todos los efectos) respectivamente para poner orden en la casa. Ahora veamos cómo lo hicieron.
Fácil, sencillo y para toda la familia: Reformas.
Diocleciano, a diferencia de Guilliman, tuvo que enfrentarse a algo más que una reforma de las legiones romanas. Diocleciano nombró a un co-emperador (o Augusto) y dos césares, un título similar al de príncipe o heredero del augusto. Este nuevo régimen, conocido como la Tetrarquía, o «gobierno de cuatro», implicaba que el gobierno del imperio se repartía geográficamente entre los cuatro gobernantes, instalados en otras tantas capitales.
Entre el 285.M1 y el 298.M1 Diocleciano dirigió campañas militares contra los sármatas, los alamanes y contra usurpadores en Egipto, asegurando las fronteras del Imperio. Separó y aumentó los servicios civiles que los ciudadanos debían prestar al imperio y reorganizó las divisiones provinciales creando el gobierno más grande y más burocratizado de la historia de Roma hasta entonces. Dicho crecimiento burocrático, las campañas militares constantes y los proyectos constructivos incrementaron el gasto del Estado e hicieron necesaria una reforma fiscal.
A partir del año 297.M1 el sistema impositivo fue estandarizado de forma más equitativa y con tipos impositivos en general más altos que los que habían imperado hasta entonces. Sin embargo, no todas sus reformas tuvieron éxito: su Edicto sobre Precios Máximos, norma cuyo objetivo era poner fin a la inflación mediante el control estatal, no solo no tuvo éxito, sino que fue contraproducente. Además el sistema de la Tetrarquía colapsó en el momento en que Diocleciano abdicó.
En el aspecto militar, las reformas estuvieron encaminadas principalmente a evitar la concentración de tropas bajo un mismo mando, con el fin de evitar posibles sublevaciones. Dado que para entonces no había distinción entre las legiones de siempre y las unidades auxiliares, merced a la Constitutio Antoniniana (la cual otorgó la ciudadanía romana a todo habitante del Imperio), toda unidad militar quedó reducida a contingentes de no más de 1000 hombres. Además, separó el poder político del militar, privando a los gobernadores provinciales de cualquier tipo de mando sobre las tropas. Diocleciano y los tetrarcas incrementaron enormemente el ejército, y ese crecimiento se produjo principalmente en las regiones fronterizas.
Se impusieron dos modos de reclutamiento: por un lado, ser soldado del ejército se convirtió, por la fuerza, en un oficio hereditario con la finalidad de asegurar al Estado la continuidad de las tropas. Por otro, cada comunidad asumió la obligación de proporcionar un número determinado de soldados al Estado. De lo contrario ésta debía pagar un impuesto dirigido a poder financiar la compra de mercenarios bárbaros del limes. Además, Diocleciano creó los limitanei (tropas situadas a lo largo del limes o frontera) y los comitatenses (desplegados cerca de las cuatro capitales imperiales).
Guilliman, por su parte, delegó y aconsejó (sí, delegó, porque nadie se hubiera atrevido a toserle) acerca de los asuntos económicos y administrativos en los Altos Señores de Terra, compuestos por otros once miembros, mientras que él mantuvo su cargo de Lord Comandante y se concentró en la tarea militar. El Imperio quedó dividido en cinco Segmentum espaciales, a cuyo cargo estaban los más altos cargos burocráticos y militares (supeditados a los Altos Señores de Terra) y desde los cuales nacerían las nuevas estructuras administrativas y judiciales del Imperio, tales como Sectores, Sistemas, etc.
El Ejército Imperial quedaría privado de toda capacidad de dirigir y poseer flotas, otorgándole la independencia a la Armada Imperial. Las fuerzas de tierra del Imperio quedaron divididas en la Guardia Imperial (regimientos reclutados de infinidad de mundos pero desplegados en cualquier parte de la galaxia) y las Fuerzas de Defensa Planetaria (unidades adscritas a su planeta de origen y encargadas de su defensa).
En el caso de los Astartes, lo que Guilliman pretendió fue reorganizar rápida y eficientemente su estructura y enviarlos cuanto antes a las fronteras, donde la anarquía y las invasiones alienígenas amenazaban muchos planetas. Las Legiones de Marines Espaciales existentes se dividieron y refundaron como formaciones más pequeñas y flexibles, en torno al millar de combatientes. Esto se correspondía con la antigua unidad denominada Capítulo, nombre que a partir de entonces sería utilizado para designar a la formación autónoma estándar de Marines Espaciales.
Como ocurriera con los Legionarios, las flotas de las Legiones también fueron divididas a tal efecto, para dotarles de movilidad y potencia de fuego suficiente. Cada Capítulo tendría su mundo natal o mundos de los que reclutarían a los Neófitos y cuyo entrenamiento fue dilatado, a fin de evitar problemas con su semilla genética.
Nunca más volvería un solo hombre (o Astartes, o comandante de Segmentum) a tener el poder sobre una fuerza tan poderosa como una Legión de Marines Espaciales.
¿No os parece que esto ya lo hemos visto antes? Un Emperador/Lord Comandante en la cúspide del poder, una tetrarquía o dodecarquía a cargo de la administración a alto nivel, división del Imperio en cuatro o cinco grandes territorios con mayor autonomía, separación del ejército y la marina de los políticos (que no de sus órganos), reforma del ejército para tener unidades móviles (legiones y comitatenses / Capítulos del Adeptus Astartes y Guardia Imperial) y unidades estáticas (limitanei / Fuerzas de Defensa Planetaria), imposición de tributos y diezmos a toda provincia o mundo imperial que podían ser pagados en recursos o especie (tropas, armas, naves)…
Como vemos, Guilliman tuvo un muy buen ejemplo del que sacar ideas y reformas a gran escala, funcionasen o no, pero habiendo pintado el cuadro vayamos al quid de la cuestión: el Codex Astartes.
Como hemos visto, Diocleciano reformó el ejército romano para hacerlo más funcional y efectivo, acorde a las necesidades político-militares del Imperio, pero el emperador nunca hizo un tratado que nos hablara de los muchos aspectos que una institución como esta posee. Tenemos que irnos al periodo 400-450.M1, cuando Flavio Vegecio Renato escribió su De Re Militaris. Aquí nos encontramos con una obra cuyo valor es incalculable, pues nos hace un estudio pormenorizado de las características del ejército romano en tiempos de Diocleciano y posterior.
Veamos este ejemplo:
“Si seguimos la costumbre antigua, el momento adecuado para alistar a un joven es a su llegada a la pubertad. En este momento, las prácticas de toda clase son más rápidamente asimiladas y más profundamente impresas en la mente. Además de esto, los ejercicios militares de correr y saltar deben ser adquiridos antes de que los miembros estén demasiado castigados por la edad. Así, tal actividad, acrecentada por la práctica continua, moldea el mejor y más útil soldado.
"Antiguamente, dice Salustio, la juventud romana, tan pronto como alcanzaban la edad de portar armas, era entrenada del modo más estricto en sus campamentos en todos los ejercicios y fatigas de la guerra. Así es ciertamente mejor que un soldado, perfectamente disciplinado, se queje de no haber llegado aún a la edad apropiada para el combate a padecer la mortificación de saber que ya ha pasado. Es necesario un tiempo suficiente para su instrucción en los distintos aspectos del servicio. No es cosa fácil entrenar la caballería o el arquero de infantería, o instruir al legionario en cada parte del orden cerrado, enseñarle a no abandonar su puesto, mantener las filas, apuntar y lanzar sus armas arrojadizas, y cómo detener un ataque con destreza. Un soldado, tan perfecto en sus cometidos, lejos de mostrar torpeza en el enfrentamiento, estará ansioso de tener una oportunidad de señalarse.”
¿No os recuerda a algo? ¿El reclutamiento de niños para convertirlos en Neófitos quizás? Pero sigamos. Para no hacer esta exposición más larga de lo necesario diré que De Re Militaris, así como otros títulos como el De Bello Gallico o el Strategikon servirían sin duda para el moldeado del Codex Astartes, pero nos enfrentamos a un problema que dichos títulos no podían resolver: el concepto de armas combinadas. En cada una de las iteraciones de tratados de la Antigüedad, y hasta bien avanzado el M2, ningún general o tratadista había teorizado o desarrollado lo suficiente una combinación de elementos militares (infantería de espada o de fuego, caballería, artillería) que conformasen una unidad tan polivalente que pudiera enfrentarse a casi cualquier contingencia con la suficiente capacidad de respuesta y superación; ahora es cuando entran en escena los Tercios de la Monarquía Hispánica.
Su origen documentado se remonta al 534-536.M2, cuando el emperador hispano Carlos I dictó una serie de ordenanzas por las cuales organizaba su ejército en Italia en tres tercios: uno en el Reino de Sicilia, otro en el Ducado de Milán y otro en el Reino de Nápoles. En realidad, se comenzaron a gestar en la Península Ibérica, durante el reinado de los Reyes Católicos y sus luchas por la conquista de Granada, pero su codificación llegó en este tiempo. Estaban inspirados en la legión romana, por lo que eran unidades regulares siempre en pie de guerra, aunque no existiera amenaza inminente. Otros se crearían en campañas concretas y se identificaban por el nombre de su maestre de campo o por el escenario de su actuación. El origen del término proviene de los tres mil hombres, divididos en doce compañías, que constituían su primitiva dotación. Esto parece lo más acertado, ya que lo recoge el maestre de campo Sancho de Londoño en un informe dirigido al Duque de Alba a principios del 500.M2:
“Los tercios, aunque fueron instituidos a imitación de las legiones [romanas], en pocas cosas se pueden comparar a ellas, que el número es la mitad, y aunque antiguamente eran tres mil soldados, por lo cual se llamaban tercios y no legiones, ya se dice así aunque no tengan más de mil hombres.”
La estructura original, propia de los tercios de Italia, y cuyas bases se encuentran en la ordenanza de Génova de 1536, dividía cada tercio en 10 capitanías o compañías (8 de piqueros y 2 de arcabuceros) de 300 hombres cada una, aunque también se podía dividir el ejército en 12 compañías de 250 hombres cada una. Con el tiempo, la proporción de armas de fuego se igualaría y después superaría a la de picas, dados los cambios en los ejércitos enemigos. Cada compañía, aparte del capitán, tenía otros oficiales: un alférez, quien era encargado de llevar en el combate la bandera de la compañía; un sargento, cuya función era preservar el orden y la disciplina en los soldados de la compañía; y 10 cabos (cada uno de los cuales mandaba a 30 hombres de la compañía). Aparte de los oficiales, en cada compañía había un cierto número de auxiliares (oficial de intendencia o furriel, capellán, músicos, paje del capitán, barberos y curanderos, etc.).
Ahora comparemos la estructura de un Tercio con la de un Capítulo del Codex Astartes: En la cúspide está el Señor del Capítulo (=maestre de campo), el cual tiene una Escuadra de Mando (=pajes, músicos, intendencia). En el siguiente escalón tenemos las 10 Compañías, comandadas por un Capitán (a semejanza de los Tercios) y divididas en 10 escuadras, al mando de un Sargento (cabo en el caso hispano). Como oficiales auxiliares tenemos al Portaestandarte (=alférez), el Capellán (=sargento o capellán), el Apotecario (=barbero y curandero). En cuanto a organizaciones internas, tenemos al Apothecarion (=cuerpo sanitario), el Reclusiam (=cuerpo espiritual y cuerpo judicial), el Arsenal (=furriel mayor y furrieles).
En cuanto a tipos de unidades dentro de los Tercios, tenemos piqueros (=Marines Tácticos), mosqueteros y arcabuceros (=Devastadores), con la caballería y artillería (=blindados) como formaciones auxiliares. Habida cuenta que Guilliman disponía de medios que los Tercios ni soñaban, es comprensible que no tengamos paralelismos con los Marines de Asalto o las unidades aéreas, pero sin duda hubiesen entrado en el organigrama de haber estado.
Pero la clave de esta asociación, aparte de la estructura y unidades, es un término que nació al mismo tiempo que los Tercios: el arte de escuadronar. En los Tercios, el sargento mayor o el maestre de campo decidían, en base a la batalla en cuestión y los efectivos disponibles, la forma que debían adoptar los escuadrones, sin contar con que se dieran casos de unir unidades de distintas compañías o distintos Tercios. Para ello, los oficiales debían poder realizar operaciones matemáticas (sumar, restar, multiplicar, dividir y raíces cuadradas) a fin de disponer del frente, fondo y sobrante de cada escuadrón. Sirva de ejemplo de mis palabras este legajo:
Esta ilustración forma parte de Teórica, práctica y exemplos, de Bernardino Barroso, publicado en el 622.M2. Existen decenas de títulos a disposición del lector con páginas y páginas de ejemplos de formaciones, aplicaciones prácticas de teorías y cálculos matemáticos enfocados al escuadronado de piqueros, mosqueteros, arcabuceros, caballería y artillería. Guilliman sin duda devoró con avidez cuantos tratados pudo coger de esta época, los combinó con tratados del imperio romano y con aquellos concernientes al arma blindada (Achtung-Panzer!, de Heinz Guderian) y el arma aérea y con ellos construyó la espina doctrinal del Codex Astartes. Toda fuerza de ataque, todo despliegue de Marines Espaciales que siga el Codex Astartes, tiene unas bases matemáticas de tal forma que el oficial planificador o al mando de la operación (Señores del Capítulo y Capitanes) la aplican, de forma consciente o no, a fin de maximizar el efecto de la potencia de fuego disponible en función de las características de la operación, y en consecuencia la forma de las escuadras.
Últimas consideraciones
Para terminar con este asunto, comentaré un par de cosas sobre los precedentes inmediatos del Codex Astartes. Por más teorías y doctrinas que pudiera aprender Guilliman, la verdadera prueba de fuego fue la aplicación de las mismas en el campo de batalla del M30. En Notas para una codificación marcial, Guilliman nos muestra su proto-Codex Astartes, supuestamente basado en sus experiencias, como demuestra este ejemplo:
“La Fase de Adquisición, o condición preparatoria, es un segmento vital en cualquier misión que se quiera cumplir con éxito. Aunque un guerrero debe estar preparado de un modo inmediato para el combate sin aviso previo ni advertencia alguna, es cuando se prepara y planifica la guerra, cuando adapta las características específicas de su adversario a ese plan, cuando tienes la mayor probabilidad de éxito. Así es la guerra como arte o como ciencia, como ya he mencionado antes. A menudo, la batalla se gana antes incluso de que se efectúe el primer disparo, o antes de que se sepa siquiera que se va a efectuar ese disparo.”
Mas, como hemos visto anteriormente, siempre hay un sospechoso de ser la fuente de su inspiración, o al menos de haberlo pensado antes. Sun Tzu, en el M-1, decía en su Arte de la Guerra:
“Sobre la evaluación Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien. No reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es más querido; y ello no debe ocurrir entre nosotros. Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a determinar el resultado de la guerra. El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.
"Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que los domina, vence; aquel que no, sale derrotado. Por lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguientes siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:
"¿Qué dirigente es más sabio y capaz? ¿Qué comandante posee el mayor talento? ¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno? ¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones? ¿Qué tropas son más fuertes? ¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas? ¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?
"Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cuál de los dos bandos saldrá victorioso y cual será derrotado. El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido.”
En definitiva: Guilliman no inventó el Codex Astartes; desplegó todo el saber histórico a su disposición, seleccionó las mejores cualidades de cada periodo en cuestión de pensamiento político, tácticas/estrategias o de unidades y los mezcló con gran maestría. Ese es el mérito de Roboute Guilliman y no otro. Por suerte, los Martillos de Wikia hemos sabido ver más allá del conocimiento dado y buscado las fuentes originales. Nada surge de la nada, y menos de Roboute Guilliman.
Hayato Fukai, Ojo del Omnissiah.
Gran entrada, ENHORABUENA!!!
ResponderEliminarMe ha encantado tu artículo muy, muy bueno.
ResponderEliminarUna entrada fantástica. Enhorabuena!
ResponderEliminarSolo un apunte menor a este gran texto, 1622 de seria en efecto 622.M3 y no M2 como dice el texto. Por lo demás genial, aunque es de todos conocidos que el don de Guilliman era la recopilación y organización, no la creación de nuevas ideas.
ResponderEliminarme encanta el articulo, eso si ya va una nabe negra a quemarte por blasfemos y hereje!
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