Nota del Autor: Conocimiento y Deber fue una pequeña saga de las primeras que hice para 'decorar' y dar fondo a los Martillos de Wikia, y retratar algunos de sus personajes. Lo he actualizado, son diez partes pequeñas y ligeras más centrados en una suerte de intriga policíaca en el universo 40.000.
He de resumir e ir bastante directo por la autoexigencia de acortar ciertas escenas y elementos, confío en que quede claro... Lo que no se entendiera, será porque viene más tarde.
En las estancias interiores de la Inquisición en el sector Madrek...
La sierva inclinó la cabeza cuando la figura entró en el simple habitáculo, un espacio de piedra pulida, oscura, con el símbolo del
Ordo Xenos como único punto de color; una celda con un cogitador.
- Gracias, Anna. Lo haré solo -el inquisidor despidió con un ademán suave a su ayudante y se emplazó en el cogitador preparado para comenzar a desentrañar los misterios de los acontecimientos acontecidos el año anterior en Tartenis.
++++++++++ Identificado. Bienvenido, Lord Shidokus. ++++++++++
++++++++++ Autorización confirmada. Clave malva. ++++++++++
++++++++++ Transmisión perteneciente al Adeptus Astartes localizada. ++++++++++
++++++++++ Código de identificación HAS.134 A-671 ++++++++++
++++++++++ Decodificando. ++++++++++
++++++++++ Transmisión. Recepción: Crucero Palabra de Nyumba. ++++++++++
++++++++++ Reproduciendo... ++++++++++
+++++++++++++++++++++++++++ El Emperador Protege. +++++++++++++++++++++++++++
1. Prólogo:
1.1. Transmisión desde Tartenis Primaris:
El sector Tartenis es una región apartada mortificada por constantes lluvias de meteoritos, una casualidad cósmica que ha azotado sus siete planetas desde que la humanidad tiene uso de memoria en aquellas estrellas. A pesar de la antigua tecnología y los milagros del Mechanicus por reducir los estragos que los meteoritos pueden llegar a causar, aproximadamente una vez por siglo los recios habitantes se ven obligados a reconstruir parte de sus mundos superando poderosas mareas y súbitos cambios atmosféricos causados por una gran colisión de estas características.
Por ello, su sociedad ha crecido siempre en contra de la adversidad y se ha acostumbrado a vivir en el subsuelo de un mundo árido, cuya corteza destrozada ha dejado un regusto tóxico tras milenios de factorías y desgracias.
Durante una visita del
Ordo Hereticus en Tartenis el Inquisidor Porzak ha descubierto una cripta que puede resultar de interés para el Capítulo de los Martillos de Wikia. En agradecimiento a su buen proceder en cooperaciones anteriores, Lord Porzak ha pedido que su mensaje les llegue lo más rápido posible aprovechando la ruta próxima del Crucero de Asalto
Palabra de Nyumba.
Tartenis Secundus estará esperándoles con nuevas noticias...
1.2. Ángeles de la Muerte:
La placa de datos con el logo inquistorial en holográfico relieve por encima del mensaje inscrito, según lo dictado por el Astrópata, se deslizó por la pulida mesa de metal hasta llegar a la mano del otro Capitán. Seis Martillos de Wikia estaban reunidos para discutir el proceder a seguir tras un mensaje directo de la Inquisición, una llamada que no podían ignorar. Dos Capitanes y hombres de confianza, además del capitán de la astronave con su lugarteniente más fiel.
No era la autoridad de la Sagrada Inquisición lo que los iba a mover. Era la codicia, el afán por desenterrar un nuevo descubrimiento, fácil de leer en los ojos expectantes de todos los presentes.
- Capitán Bael, desvíenos de ruta cuando termine la escala. La Décima Compañía querrá examinar esa cripta sin esperar primero la llegada a
Nyumba -comenzó
Romerae, Capitán de la Cuarta Compañía, con un suspiro quedo tras releer por encima la placa de datos y adelantándose a la exposición de su colega.
- Será provechoso y podremos hablar con Porzak. Los Inquisidores siempre saben... cosas interesantes -asintió
Hel Vaal, contento por no tener que tomar la iniciativa. El Capitán Instructor se recolocó su excéntrico sombrero y continuó mientras comenzaba a darse la vuelta para apartarse de la mesa, desinteresado sobre el resto de deliberaciones-. Hermanos, no quiero implicar a más Compañías que la Décima en esto. Nos servirá de instrucción.
Y así empezó todo.
1.3. El santuario de Tartenis II:
El escuadrón de
Land Speeders mantenía la formación eludiendo las grandes estructuras con eficacia. El trío de deslizadores avanzó con elegancia entre las enormes y oscuras chimeneas se asemejaban a mastodónticos dedos que intentaban arañar el cielo, un cielo empobrecido por los residuos que ellas mismas continuamente expulsaban. En los niveles inferiores de la colmena, un extenso y antiguo recinto de fábricas y forjas menores arañaba la corteza terrestre. Allí hacía milenios que no se veía con claridad el sol, y la luminosidad de los ruidosos motores de los Land Speeders sería lo más parecido a las estrellas que sus habitantes verían en el resto de sus vacías vidas.
La pobredumbre del ambiente les fue útil a los Marines Espaciales para no llamar la atención. No es que fuera necesario estrictamente, además de que el Gobernador planetario y sus representantes locales estaban al corriente de sus operaciones (administraciones que no siempre eran informadas), pero siempre era preferible no llamar la atención del Adeptus Arbites y otras fuerzas que los consideraran intrusos.
- ¿No se pone la máscara, Capitán? El Capítulo preferiría que a nuestra vuelta no necesitásemos un Apotecario.
- Tonterías -gruñó Hel Vaal en respuesta. Sin embargo, hizo caso al Sargento
Torin y se colocó la máscara de gas, realmente excesiva para la operación: sus cuerpos mejorados tolerarían bien un ambiente como aquel, pero que resultaba útil para la instrucción. Un simulacro para una situación futura, dado que los pulmones mejorados de un Astartes poco debían de temer de un ambiente viciado y contaminado como aquel.
Hel Vaal aprovechó una misión sencilla para practicar con los nuevos reclutas, una escuadra dispersa entre los tres Land Speeders. Necesitaban experiencia de campo, aunque sólo fuera un paseo. Les vería bajo presión: que él estuviera allí podía ser suficiente para forzar algún error, en vez de los más bondadosos cuidados del Sargento Torin.
- ¿Auxiliar médico, me oye? -el ruido de los motores y la velocidad complicaba la comunicación, la única forma de hablar con los tripulantes de los otros Land Speeders era a través de la intercomunicación de la escuadra y ése era el método que estaba usando el Capitán. Thania respondió ipso facto.
- Sí, Capitán. ¿Algo va mal?
- No, ¿por qué pregunta eso?
- Nadie reclama un Apotecario cuando todo va bien.
- Hoy no te necesito de oficial médico. Ahora eres la encargada de las comunicaciones y te usaré como tal. Contacta con el Palabra de Nyumba e informa al Capitán Romerae de que estamos en posición y comenzamos el desembarco -Hel Vaal se aferró el sombrero con fuerza cuando se removió y expuso al viento para alcanzar con la mano el hombro del piloto e indicarle con un simple gesto que descendiera-. ¡Recordad que ninguna escuadra actúa sola! El Palabra supervisa nuestra operación y nos ofrecerá apoyo si lo necesitamos. Siempre habrá un hermano preparado para ayudarles cuando lo necesiten... Pero si los llamamos sin necesidad, desperdiciaréis recursos que el Imperio no puede permitirse desviar en balde. ¡Preparados para desembarcar!
Thania estaba confundida por el cambio de responsabilidad, pero no tardó en cumplir con su tarea aferrándose fuertemente a las sujecciones en lo más profundo del Speeder, anclada para que el pesado equipo de medicae auxiliar no la pusiera en peligro. El viaje no era cómodo ni para los Exploradores más ligeros, pues los Land Speeders daban bandazos continuamente y los cambios de ritmo y dirección eran bruscos y sin previo aviso.
- Aquí la Escuadra de Exploradores Primus llamando a Palabra de Nyumba, informando a Capitán Romerae. Estamos en punto Alfa y procedemos a cumplir con nuestro deber. Cambio.
- Confirmado. Suerte. Cambio y corto -respondió el Capitán Romerae directamente, en vez del oficial de comunicaciones, lacónico desde la órbita. Desde el strategium de la nave la operación no eran más que tres triángulos sobre un plano holográfico de la ciudad. Una runa señalaba el punto donde iban a aterrizar, hacia donde los triángulos se aproximaban rápidamente en formación.
La zona de aterrizaje era un barrio podrido y viejo de la colmena, prácticamente abandonado donde ya sólo habitaban ratas y desechos humanos. Sus fachadas gastadas y semiderruidas eran un simple recordatorio de tiempos mejores. Allí no había nada que los Martillos de Wikia pudieran temer, pero seguía siendo un ejercicio:
- ¡Vamos! ¡Abajo todo el mundo! ¡Raszak, encara el bólter pesado hacia la arcada! ¡Sargento, asegure esto con una escuadra de combate!
Los tres Land Speeders tomaron tierra en los suburbios. De dos de ellos bajaron apresuradamente los diez miembros de la escuadra Primus desplegándose en un empedrado irregular que predecía un regio edificio dedicado como santuario al Emperador, una antigüedad abandonada que había llamado la atención a los Martillos de Wikia gracias al aviso del Inquisidor Porzak.
- Quedaos cerca, hermanos -pidió por último el Capitán al piloto del Land Speeder antes de bajar de un salto. Hel Vaal tomoóierra sin descolgar el bólter de su correa, tirando de la capa para cubrirse con ella y hacer que dejara de ondear salvajemente por los motores de las máquinas. Echó un vistazo alrededor mientras Torin y cuatro Exploradores se dispersaban para asegurarse de que no había nadie por las calles circunstantes, mientras el resto aseguraba la entrada de la iglesia. La hora nocturna y el toque de queda prometían que no habría ningún curioso, aunque en aquel barrio no había una autoridad real desde hacía decenas de años. Era territorio de matones y bandas, la típica chusma de las subcolmenas.
Una gran puerta de bronce, doble y cerrada, daba paso al santuario. El óxido, la suciedad y las marcas de desgaste y daños diversos estropeaban lo que podía haber sido belleza. El águila bicéfala del Imperio estaba grabada entre las dos hojas, con una de las cabezas destrozada, y la fachada había estado decorada con exquisitas figuras y estatuas ahora perdidas o demasiado erosionadas por la lluvia del subclima y el propio paso del tiempo. Cristaleras oscuras cubiertas de polvo, rotas en gran cantidad de puntos, remataban el aspecto tétrico y vetusto del santuario.
- Está despejado, Capitán -informó
Calvex tras el breve registro de la plaza.
- Nuestro contacto debe estar dentro. Entremos de una vez -una vez reunida la escuadra a un grito de Torin sin necesidad de un aviso del Capitán, Vaal simplemente pidió con un gesto al recluta Hakius que empujara la puerta doble, y esta se abrió con facilidad dándoles paso a un interior húmedo y, aún más que el exterior, viciado y pobremente iluminado por los haces de luz que se colaban por los pequeños ventanales.
La Primus se desplegó lentamente bajo la claridad de las linternas instaladas en el pectoral, en los cascos o añadidas a las armas por una recepción cubierta de polvo que, tras una doble arcada, dio paso a la nave principal del santuario. Bancos carcomidos distribuidos en torno a figuras religiosas del Emperador y algunos de sus Santos, más vidrieras, cuadros y estatuas completaban la escena, siempre con ese marco de desgaste y antigüedad que se sumaba a una pésima conservación.
Dos escaleras daban acceso a un segundo piso, y una raída alfombra conducía directamente al único punto de luz del lugar, el altar principal cubierto de velas encendidas con una corpulenta figura arrodillada ante él, de espaldas a los recién llegados.
- Quiero un barrido de auspex -pidió Torin arrugando la nariz en gesto de desconfianza. Su Capitán señaló a quien quiera que estuviera allí y con simples gestos, metódicos y entrenados, distribuyó a la escuadra por la amplia sala en dirección a ella. Todos avanzaron al unísono en un amplio abanico, sobrepasando los bancos y columnas.
- No hay nadie más -confirmó el responsable del auspex, Épsilon, en un murmullo quedo.
- ¡IDENTIFÍQUESE! - Bramó a continuación Torin sin levantar la pistola bólter, sujetando con fuerza el hacha de energía. No hubo respuesta y los Exploradores continuaron acercándose despacio.
Un destello metálico indicó que Hel Vaal había desplegado la cuchilla relámpago de su mano derecha, oculta tras el guantelete.
- ¡Es una Sororita! -exclamó Thania cuando vio con claridad la servoarmadura con numerosos motivos de las Hermanas de Batalla. El color celeste, que debía haber sido brillante y luminoso, estaba oscurecido en casi toda la armadura, sucia, como si también formara parte del deterioro general del santuario.
La Hermana siguió sin responder, reclinada hacia el altar sin dejar de repetir unos murmullos que se perdían en la distancia. Su pose y su tono incitaba a pensar en un rezo inalterable, un mantra repetido una y otra vez. Cuando llegaron a ella tampoco se inmutó, y aunque no parecía un enemigo el Sargento no permitió que bajaran la guardia, con una tosca mirada de amenaza al resto.
- ¿Me oye? ¿Me ve? - Torin se inclinó sobre ella cogiéndola del hombro reclamando su atención. Dos ojos vacíos y fébriles se dirigieron hacia él, la mujer tenía el pelo alterado, el rostro demacrado y los labios morados. No pareció reparar en la presencia de nadie, a pesar del tirón. No paró de repetir la misma palabra una y otra vez.
Cuando la entendió, Torin palideció y buscó rápidamente con la mirada al Capitán de la Décima retrocediendo, permitiéndole seguir con su "rezo" de cara al altar.
- ¿Qué está diciendo? -preguntó ceñudo Hel Vaal.
- "Alpharius" -respondió el nervioso Sargento.